Intimidad

INTIMIDAD

El ascensor sube rápidamente hasta la octava planta. En el hotel se respira el silencio de la madrugada de un día laborable y todo parece muy tranquilo.  
  
El sonido de mis zapatos sobre la moqueta del pasillo (ris, ras, ris, ras), denotan el cansancio que me acompaña. ¡Vaya día que llevo!, ¡Menos mal que ese tío pelma, ha cortado el rollo!, ¡Mañana ya veremos! La verdad es que la cena no ha estado nada mal, pero esos dos “pelotazos” que he tomado después del vino de la cena y teniendo el úrico por las nubes, ¡no sé! Bueno, ¡mañana ya veremos! ¡Habrá que beber mucha agua!..¡Cagüen!... ¡Si son casi las dos!  
  
La cerradura  de la 827 se desenclava de forma automática cuando paso la tarjeta por la ranura,  y de manera mecánica, abro la puerta.
La habitación es muy amplia y muy cómoda, está equipada con una cama tan ancha como larga, con dos cómodos sillones, con una mesita, escritorio, Wifi, TV, frigo, reposa equipajes, amplio armario guardarropa, teléfono, etcétera, con abundante iluminación directa e indirecta, de forma que se puede crear el ambiente, que más le apetezca a uno. Una habitación, con unas prestaciones que ya quisiéramos tener muchos, en casa.
  
El cuarto de baño es también muy amplio y completo, con ducha hidromasaje con receptor de radio incorporado para escuchar música o noticias, mientras uno se está duchando. El resto de servicios del baño siguen la misma línea de elegancia y confort para hacer la estancia allí agradable y cómoda. Un acierto de hotel, pienso recordando lo bien que está Françoise, la chica de la agencia de viajes concertada, a la que mi empresa ha preparado un coqueto despacho dentro de la misma para que pueda preparar nuestros viajes casi a la carta.  
  
Miro de soslayo la cama que se encuentra lista para colarse dentro, con el suave edredón y su funda ligeramente desplegados. Mis movimientos son lentos. Dejo caer suavemente sobre el sillón orejero, mi portafolios y la potente Tablet de reciente adquisición, la cual tiene las mismas prestaciones que un buen ordenador de sobremesa.
Siento tal cansancio físico, que mi vista se dirige una y otra vez hacia esa cama que huele a cálida y limpia frescura.
Curiosamente en dos días apenas he realizado esfuerzo físico alguno. Sin embargo me encuentro como si hubiera corrido una maratón.
  
Trato de controlar mi deseo de sumergirme en esa cama y  mientras tanto me deshago del traje, que dejo sobre el galán de noche, ejecuto las rutinas de desvestirme y solicitar el servicio despertador para las 7:00, todo ello, pensando que ya podía llevar un rato disfrutando del reparador sueño, a no ser por cumplir con las formas y con el “plomazo” de representante que nos hemos echado aquí.  
  
Voy al servicio y ejecuto una descarga de vejiga que me deja casi feliz y que hace desaparecer parte de mi cansancio, dándome fuerzas para cepillarme los dientes y enjuagarme la boca lentamente mientras observo mi careto en el espejo…¡Vaya ojeras!¡Que patas de gallo y que papada!¡Joder! ¡Si ya pasé de los cuarenta! ¡Estoy en la edad de la crisis! je, je...Bueno, mañana último día.  
  
¡Vaya!, hoy se me olvido llamar a casa. En fin, ya saben que hoy tenía el día muy liado. Mañana, después del desayuno, les daré los buenos días, antes de que Claudia marche al Instituto.  
  
Mentalmente, doy un repaso a lo que tengo que recoger mañana de la habitación y todo está OK. Solo necesito cambio de ropa interior,  camisa y calcetines, y después del desayuno un taxi y a la reunión.  
  
Me termino de desvestir y me quedo como vine al mundo hace cuarenta y tres años. De un pequeño salto me cuelo debajo del edredón... ¡que suave!, ¡que agradable contacto! Al principio está un poco fresquito, pero al rato es una auténtica gozada.  
  
Apago la luz y mi cabeza comienza a repasar los puntos pendientes para la reunión de mañana...Va a resultar duro llegar a acuerdos con esta gente,...quizás yo, en su lugar haría lo mismo, pero bueno, tenemos a nuestro favor que los plazos se agotan y deben decidir ya...  
Mi mente sigue y sigue hasta  que un dulce  sopor me envuelve...  
  
"Cariño deja eso, ven y abrázame..."  
Pego un respingo, me incorporo y me siento en la cama, y en medio de la oscuridad, la voz continua..."Cuanto tiempo llevo esperando este momento, estoy que me derrito..." y esta vez suena un poco más alejada y tenue, pero con el mismo timbre pastoso y dulzón.  
  
Mi mano se mueve rápida, tratando de encontrar el interruptor y... ¡Zas!; la oscuridad desaparece y…¡Nada!.  Estoy completamente solo, sin embargo esa dulce voz, continua llegando a mi oído externo. Sale de la pared, justo detrás del interruptor.  
  
Tardo unos segundos en descubrir que no es la radio de la cabecera, sino que es alguien que habla en la habitación contigua y qué es a través del hueco común de las cajas de los interruptores (uno en cada lado), como llega a mis oídos ese dialogo tan nítidamente. A la voz suave y aterciopelada, que me resulta familiar, la acompaña otra más grave y profunda (como de locutor).
Pienso en la gran chapuza, en el fallo tan tremendo, de que eso suceda en un hotel con esta categoría.  
  
Oigo el suave crujido de una cama. Siento que unos cuerpos se mueven, sobre ella...y mi cansancio parece haber desaparecido. Mis oídos, mi mente, todo mi ser, no quiere perder detalle, es una sensación nueva, de sentirme invisible, como un ladrón, algo realmente excitante...  
  
Apago la luz y me dejo llevar por aquellas dos voces que denotan una sensualidad y una pasión sin límite. Oigo jadeos, besos, suspiros, cuerpos que se abrazan... ¡yo que sé! La voz más grave dice: "Pásame una goma que te voy a comer todo menos los mocos". A estas alturas tengo la testosterona en máximos, ya llevo un rato acariciándome y mi miembro se ha puesto duro, muy duro...  


  
No sé si descargué mi energía antes, después o al mismo tiempo que la pareja de mi sueño, pero cuando sucedió, no me importo nada, simplemente me dejé llevar por esa sensación en la que los pensamientos desaparecen, me quedé quieto, muy quieto y me invadió un suave y agradable sopor.

Los susurros y jadeos continuaron y se fueron atenuando lentamente. Oyéndolos, pensé que el sexo sin más...es bueno.  
  
Recordé un artículo reciente en Science, sobre la vitalidad de los espermatozoides y la calidad del semen, que al parecer están directamente relacionados con una alimentación sana, con la práctica del sexo y la frecuencia eyaculatoria...  
  
Ring, ring, ring...Son las 7:00, me despierto e instintivamente cojo el teléfono, mientras en mi cabeza surge el, ¿Sí? ¡Dígame!, que no llega a ser pronunciado, al percatarme casi al instante, que la voz al otro lado del auricular es la grabación del servicio despertador. Cuelgo el teléfono, mientras recuerdo el episodio nocturno y esbozo una leve sonrisa.  
  
¡Vaya historia!  
  
La ducha caliente termina por despertarme y mientras me afeito, trato de poner en orden las ideas para la reunión. Imposible. Mi mente se va hacia la habitación de al lado. El silencio es total. Acabo de vestirme y dejo listos el portafolios y el equipaje antes de bajar a desayunar. El silencio continua.  
  
En el comedor no hay muchas personas. Algunas individualidades (hombres y mujeres por separado), un grupo de tres al que se incorporan otros dos más (un grupo de compañeros  de trabajo, se nota)... ¿y los amantes? , bueno, después de lo de anoche...hoy no tienen prisa.  
  
Tomo un poco de fruta, algo de bollería y café con leche. Desayuno despacio y al mismo tiempo hojeo el periódico que he recogido del pomo exterior de la puerta de mi habitación. Tengo tiempo.  
  
Subo a la habitación y me cruzo en el pasillo de la octava planta, con un individuo bastante grueso ¡Buenos días! (digo).¡Buenos días! (me responde)

Abro mi habitación y mientras recojo mis cosas, me percato que el silencio se ha roto. Oigo voces y risas en la habitación de al lado. ¡Vaya!..¡Pronto empiezan! Me limpio los dientes y doy un retoque a mi despejada frente, que cada día es más alargada.  
  
Tomo el equipaje y el portafolios. Bueno, a Recepción y al tajo...  
  
Abro la puerta para salir y casi simultáneamente, se abre la puerta de la habitación contigua. Una especie de corriente recorre mi cuerpo y la curiosidad, casi me paraliza. Giro la cabeza... ¡Buenos días! (la voz del locutor), ¡Hola!, ¡Buenos días!, (respondo mecánicamente...) ¡Vaya con el gacho! ¡Vaya planta que tiene el tío!... ¿Cómo será ella?..  
  
Me entretengo aposta con el cierre y giro nuevamente la cabeza al oír los siguientes buenos días de esa voz suave, aterciopelada y familiar...Su figura, me aturde, me sorprende y rompe un montón de esquemas, en mi cabeza tan bien amueblada...  
¡Joder!,..¡Pero si es...!  
  
En mi cara se dibuja una forzada sonrisa, al tiempo que respondo con un lacónico ¡Hola! ¡Buenos días!, y decido que es hora de largarme cuanto antes a esa dichosa reunión. ¡Vaya!, ¡Se me olvidó llamar a casa!  
  
Mientras localizo el teléfono en la agenda y siento pasar a mi lado, a la objetiva pareja, pienso: ¿Cómo y a quien le cuento yo, que he participado en un trío, en Madrid, en un hotel de cinco estrellas, con el cura de Arrigorriaga?
(mi pueblo).   
  
  

                                                                    Autor: Bitarracho 

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