La oveja negra.

En todo rebaño , siempre hay una o más ovejas denominadas “negras” y no precisamente por el color de su lana que puede ser negra, blanca o blanquinegra. Se denominan así porque no se comportan como las demás ovejas , dóciles, sumisas y tranquilas. Estas ovejas, son muy inteligentes y entran y salen del rebaño según les place, buscan y prueban los pastos según les apetece. En su inconformidad se sienten libres. Dan mucho trabajo al pastor que les azuza el perro para que les muerda en los corvejones.

En el rebaño,  también hay uno o varios carneros , a los que el pastor tiene bien enseñados para que dirijan a las ovejas donde él lo desee, carneros que en época de celo alimenta y cuida con especial cuidado.

El mayor peligro en la montaña para el rebaño de ovejas, es el ataque por sorpresa de manadas de lobos o perros asilvestrados. A las ovejas, cuando hace buen tiempo, y no son encerradas en el aprisco o en el corral, les gusta dormir al raso en la zona alta de los montes.


El rebaño en cuestión, descansaba y dormía  plácidamente en ese alto sin vigilancia alguna, pues los ataques de manada descritos, hacía mucho, mucho tiempo que no se habían producido y el pastor confiado, se refugiaba en la cabaña y dormía a pierna suelta acompañado de su fiel perro. Cuando se levantaba con los primeros rayos del sol, algunas  ovejas, aún seguían rumiando y comenzaban a desperezarse y vaciar sus vejigas y vientres.

El ataque de la manada, repentino, sin previo aviso se produjo en mitad de la noche, bajo la luna llena.

Los ladridos y el nerviosismo del perro, despertaron al pastor que intuyó que algo pasaba en el rebaño. Inmediatamente escuchó el tintinear de los badajos sobre los cencerros y esquilas. Apresuradamente se calzó y sin apenas vestirse, salió corriendo, seguido por el perro.

La desbandada y el terror del rebaño se olía en el aire. Resultado, tres ovejas muertas por mordeduras en el cuello, varias más heridas de difícil curación, y lo más lamentable, los dos carneros y medio centenar de ovejas despeñadas en la cantera. Con la rabia contenida  y la ayuda de su perro, reconocido por las ovejas,  el pastor fue reuniendo las  desperdigadas y asustadas.

Los autores de la masacre, tres perros que habían escapado de una finca unifamiliar y habían hecho una excursión nocturna.

Comprobado el desastre en el fondo de la cantera y contabilizadas la bajas, el pastor se dirigió a la cabaña con las ovejas sanas y las heridas que podían moverse con la intención de que comieran el pienso matinal que todas las noches preparaba y extendía sobre los pesebres en el corral. 

Al pastor no se salían las cuentas. Faltaba una oveja, la “negra”, esa oveja que por su inquietud, inteligencia y forma de ser siempre actúa al margen del o de los líderes del rebaño,  los carneros.

 Cuando por fin llegó a la cabaña, se dirigió a abrir las puertas del corral, que en su precipitada salida había dejado entreabiertas y ¡sorpresa!. Allí se encontraba , rumiando después de haberse hartado de pienso, la oveja “negra”.  


Autor: Bitarracho

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