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Mostrando entradas de julio, 2015

Miedo

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Tarde de verano. El día llega a su fin. El cielo está limpio. El pequeño display digital, alterna la temperatura de 24ºC con la hora. Observo la plaza, con el Hospital ocupando la mitad del perímetro. La pérgola que cubre la otra mitad de la plaza, está recorrida por bancos colectivos e individuales. El griterío, antes ensordecedor por la presencia de los niños, se ha ido reduciendo y la charla relajada   de los mayores en un banco, contrasta con el tonteo y las risas también relajadas de los adolescentes del banco próximo. Los mayores concentrados en sus rifi-rafes no se percatan del foco de atención de los adolescentes, que entre risas, empujones y chirigotas, están pendientes de la evolución de dos perritos, que pugnan por hacerselo con una perrita ”alta”. Percibo la distribución por plantas de esa mole de ladrillo rojo y recientes ventanas de PVC blanco, con la majestuosa escalera central en espiral y totalmente acristalada. Cada planta con una o varias especi

Jadear es contagioso

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He leído el relato de Juan José Millas, “El que Jadea”  http://www.barcelonareview.com/36/s_jjm_1.htm   y viene a mi memoria una anécdota de cómo el jadear puede resultar contagioso. En el bloque de viviendas donde vivo, había una joven pareja que regentaba un bar en la planta baja y que a su vez vivía de alquiler en uno de los pisos altos. En el piso contiguo al de esta pareja, vivía una señora con su nieta adolescente. Pues bien un día esta abuela le hizo unas confidencias a mi mujer sobre la pareja vecina. La buena señora estaba totalmente escandalizada, con los jadeos casi diarios de esta pareja. El volumen de los jadeos  superaban en algunos decibelios el volumen del televisor de esta señora. Resulta que los jadeos se producían de forma habitual a altas horas de la noche cuando la televisión de esta señora no podía atemperar el sonido de los mismos, ya que obviamente lo tenía apagado. La gota que colmó el vaso, sucedió la noche en que esta señora

El Cambio. Evolución al azar?

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Tic, tac, tic, tac, tic, tac...así suena mas o menos, o así se ha escrito que suena. Mientras haya cuerda o pila seguirá tic, tac, tic, tac. Rara vez lo oímos a pesar de escucharlo a menudo. Está ahí. En la cocina. En la torre de la iglesia. En la calle. En nuestra muñeca. En tantos sitios. Incluso en nuestra cabeza y en nuestro corazón. La cuerda o la pila se reponen. Se busca la hora. La hora oficial. Se ajusta nuevamente. Su referencia, el segundo. De pronto el fonendoscopio no recoge el tic - tac. El doctor lo descuelga del cuello y lo mete en el bolsillo de su blanca bata. Con aspecto serio y grave…Anuncia el tránsito. ¿Qué ha pasado? La entropía vuelve a funcionar y la materia orgánica se descompone y es aprovechada por las bacterias, hongos y demás organismos unicelulares para continuar su propia evolución. La vida continua y con ella los procesos de cambio que llamamos Evolución. En la limitación de mi mente voy a imaginar una pequeña historia que relacione la energí

Viaje Interior

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Mientras avanzaba  lentamente por aquel sendero del oasis, Jesús dio un rápido repaso a los últimos años de su vida. Había dejado a sus padres y  hermanos en Galilea. Había recorrido muchos caminos, conocido diferentes países y pueblos, habiendo adquirido conocimientos sobre el cuerpo y la mente de los seres humanos, seres humanos como él, perdidos en la incertidumbre permanente de un destino. Gracias a sus habilidades manuales y a su determinación, siempre había encontrado hueco en las caravanas que iban y venían por los límites del imperio de Roma. Había partido de Galilea en compañía de su primo Juan. Con Juan había compartido su infancia, su adolescencia y hasta su iniciación en los placeres mundanos de la mano de aquella rica señora conocida como la Magdalena, la cual era respetada y tolerada por el sanedrín de escribas y fariseos, por su estrecha relación con algunos mandos romanos de la ocupación. En su devenir por los caminos, Jesús se había separado de s

Intimidad

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INTIMIDAD El ascensor sube rápidamente hasta la octava planta. En el hotel se respira el silencio de la madrugada de un día laborable y todo parece muy tranquilo.        El sonido de mis zapatos sobre la moqueta del pasillo ( ris, ras, ris, ras ), denotan el cansancio que me acompaña. ¡Vaya día que llevo!, ¡Menos mal que ese tío pelma, ha cortado el rollo!, ¡Mañana ya veremos! La verdad es que la cena no ha estado nada mal, pero esos dos “pelotazos” que he tomado después del vino de la cena y teniendo el úrico por las nubes, ¡no sé! Bueno, ¡mañana ya veremos! ¡Habrá que beber mucha agua!..¡Cagüen!... ¡Si son casi las dos!         La cerradura  de la 827 se desenclava de forma automática cuando paso la tarjeta por la ranura,  y de manera mecánica, abro la puerta. La habitación es muy amplia y muy cómoda, está equipada con una cama tan ancha como larga, con dos cómodos sillones, con una mesita, escritorio, Wifi, TV, frigo,   reposa equipajes , amplio armario guardarropa, t

Carta de amor

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Querida Leti, Por fin se han disipado un poco las telarañas de mi mente y mi cuerpo ha metabolizado esos fármacos que me suministran para aplacar los fantasmas que me atormentan. Por fin puedo escribirte y desconozco cual es tu situación actual. Desde que fuiste enviada al servicio de la Casa Real, no te he vuelto a ver y no imaginas lo que echo en falta tu presencia. A veces recuerdo como entraste en mi vida y en mi alma. Recuerdo aquellas pequeñas y embrutecidas bestias, aquellos portugueses que habían acudido al pueblo para talar los bosques. Aquellos morenitos que te violaban todas las mañanas, todos en fila de a uno, por rutina, como quien se afeita; sin mostrar ningún rastro de humanidad y que sin importarles tu estado de ánimo, te cargaban con la tarea mas dura del grupo... Aún así, teníamos que oír a sus  capataces en el bar, decir, que aquella era la cuadrilla más disciplinada y trabajadora que había pisado aquellos montes. Finalmente fuiste abandonada a tu