Carta de amor
Querida
Leti,
Por
fin se han disipado un poco las telarañas de mi mente y mi cuerpo ha
metabolizado esos fármacos que me suministran para aplacar los fantasmas que me
atormentan.
Por
fin puedo escribirte y desconozco cual es tu situación actual.
Desde
que fuiste enviada al servicio de la Casa Real, no te he vuelto a ver y no
imaginas lo que echo en falta tu presencia.
A
veces recuerdo como entraste en mi vida y en mi alma.
Recuerdo
aquellas pequeñas y embrutecidas bestias, aquellos portugueses que habían
acudido al pueblo para talar los bosques. Aquellos morenitos que te violaban
todas las mañanas, todos en fila de a uno, por rutina, como quien se afeita;
sin mostrar ningún rastro de humanidad y que sin importarles tu estado de
ánimo, te cargaban con la tarea mas dura del grupo...
Aún
así, teníamos que oír a sus capataces en
el bar, decir, que aquella era la cuadrilla más disciplinada y trabajadora que
había pisado aquellos montes.
Finalmente
fuiste abandonada a tu suerte cuando ya no les hacías ningún servicio y tuviste…,
bueno, tuvimos la suerte de conocernos. Entraste en mi vida y en mi casa.
Rompiste mi rutina e iniciamos esta relación llena de pasión, lujuria y sexo
que en mi caso se ha transformado en un amor casi eterno.
Aún
recuerdo tu paciencia y sumisión, soportando mis instintos sados, cuando
amarraba tus extremidades para practicar todo tipo de juegos y practicas
sexuales.
Desconozco
porque fuimos separados, porque alguien decidió que D.ª Sofía necesitaba de tus servicios y porque alguien también,
decidió que yo necesitaba un cambio de aires y fui encerrado, sin haber
cometido ningún delito.
Hasta
pronto, hasta siempre mi querida Leti, mi querida y amada burrita.
Tuyo
por toda la eternidad
Leandro
“El montaburras”
Autor: Bitarracho
Comentarios
Publicar un comentario