Los Juguetes de Rafita


Rafita tenía cuatro añitos y como cualquier niño o niña de su edad, y dado que  las condiciones económicas de su familia lo permitían, se bañaba todos los días antes de la cena.

La bañera llena con cálida agua y espumoso olor.

Rafita disfrutaba tanto ese momento del día, que a veces a sus padres les costaba despegarlo de los sueños y proyectos en los que su joven mente le sumergía.

Cuando Rafita se metía en la bañera llena de agua, casi siempre encontraba unos cuantos juguetes flotando en ella y si no los encontraba, ya se encargaba él de acudir a su habitación y recogerlos.

Muchas veces era tal la cantidad de espuma que formaba al chapotear con esos juguetes que debía apartarla para verlos o simplemente dejarse llevar por la imaginación en su interacción con ellos.



El juguete preferido de Rafita, todos los niños hemos tenido un juguete preferido, era una pequeño animal que se quedaba inmóvil flotando hasta que Rafita le tocaba su colita y entonces giraba sobre sí mismo, se sumergía y volvía a aparecer.
Había tanto encariñamiento con este juguete que cuando salía de la ducha, Rafita lo envolvía en su albornoz y cuando se ponía el pijama lo llevaba con él a cenar y le daba miguitas y restos de comida que el animalito deglutía gustosamente.

Pasó el tiempo y un día, durante el baño, los padres de Rafita recibieron el mayor susto de su vida; el grito desgarrador de Rafita les sacó de sus quehaceres.

Hoy en día Rafita es padre de dos preciosos niños a los que no deja solos en la bañera con sus juguetes.

Afortunadamente la Naturaleza es sabia y ha dotado al ser humano macho de dos testículos con conductos deferentes individuales.

El “juguete” preferido de Rafita fué llevado a un zoológico, donde probablemente a estas alturas haya dejado este mundo.


Autor: Bitarracho

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